Raíces y antenasGonzalo Chávez A.
http://www.paginasiete.bo/2012-10-07/Opinion/Destacados/17Opi00107-10-12-P720121007DOM.aspx
- 06/10/2012
Quién no tiene una tía pituca que vive de sus rentas. Generalmente, por herencia, posee varias propiedades que le proporcionan ingresos. Un país también puede vivir de rentas. En este caso son las herencias de la Pachamama, los minerales y/o el gas natural que también rinden un flujo financiero para el Estado quien se encarga de distribuir las rentas. Ésta es la tía populista y dadivosa.El rentismo tiene su vertiente socio-económica y política. En el primer caso, se manifiesta como una conducta económica de ciertos grupos de la sociedad, cuya conducta está centrada en la búsqueda de rentas provenientes de los ingresos que generan los recursos naturales administrados por el Estado. Diversos grupos organizados de la sociedad disputan transferencias financieras, favores político-legales y/o concesiones directas o indirectas; para ello, usan diversos tipos de medios como la presión social.
Las economías rentistas generalmente optan por el populismo como forma de gestión gubernamental. Lo anterior está vinculado al rentismo político que organiza el imaginario social en torno a la gestión de los recursos naturales. Ideología, discurso y simbología se sobreconcentran, en algunos momentos históricos, en la privatización de la materias primas, y en otros periodos, en la nacionalización de éstas.
La sociedad rentista sueña, se organiza, hace política y produce anclada en las rentas generadas por los recursos naturales.
Lo opuesto a este tipo de organización es la economía y sociedad emprendedora, cuyo oxígeno es la creatividad y la innovación que es capaz de transformar ideas en productos y servicios que generan riqueza y valor a la sociedad.
La creatividad no es un hecho aislado ni individual. No se nace creativo; los individuos, las empresas, las regiones y los países se hacen, se contagian del virus de la innovación. Es un proceso de aprendizaje colectivo e individual que surge tanto de la iniciativa privada como de la acción de la política pública o de la combinación de ambas en fertilidad cruzada.
Las ciudades creativas, los territorios inteligentes, los cluster del saber, los vales de la innovación y revolución tecnológica son resultado de la interacción virtuosa de escuelas, universidades, empresas, sociedad civil organizada y diversos niveles del Estado. Son espacios territoriales o virtuales que se organizan para estimular, crear, premiar, impulsar la creatividad, cuya consiga es “la mejor forma de predecir el futuro es inventándolo”. La creatividad, al contrario del petróleo o los minerales, es un recurso renovable infinito.
Según Tina Seelig, de la Universidad de Stanford, especialista en temas de creatividad, el motor de la innovación consta de seis factores que interactúan en la economía y la sociedad. 1) El conocimiento que nos proporciona la gasolina y la caja de herramientas para trabajar con nuestra imaginación. 2) La imaginación que es el catalizador para la transformación de este conocimiento y nuevas ideas en productos y servicios que generan bienestar y valor. 3) La actitud que motiva la adquisición de conocimientos y estimula la imaginación. 4) El ecosistema que proporciona el espacio, las reglas y las restricciones para innovar. 5) Los recursos de capital humano, social y financiero para promover la creatividad. 6) La cultura y predisposición al riesgo que son las creencias colectivas valores y comportamientos en la comunidad favorables a la innovación.
Las sociedades emprendedoras y creativas son abiertas y predispuestas al cambio, tienen más preguntas que respuestas. Albert Einstein decía: “si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiese de la solución yo dedicaría 55 minutos para determinar la pregunta correcta y solamente unos cinco minutos para resolver el problema”.
En el país es muy común que desde el árbol del poder se bombardea a la ciudadanía con respuestas empaquetadas en ideología. Para construir una sociedad emprendedora y creativa deberíamos seguir los consejos del físico y volver a hacernos las preguntas del desarrollo, la creatividad, la innovación y el cambio tecnológico.
En suma, las sociedades emprendedoras construyen economías donde la innovación es un modo de actuar y por lo tanto esto les da competitividad, pero para esto no son suficientes espíritus animales, gente que quiere hacer empresas y negocios. El desarrollo del espíritu emprendedor es un resultado de una acción colectiva donde intervienen las políticas públicas y la iniciativa privada actuando en redes.
Descubrir oportunidades de negocios, armar planes, montar empresas y hacerlas productivas requiere de creatividad, capital social y de tejido institucional. La construcción de una sociedad emprendedora es una tarea que debe ser coordinada por el Estado, pero también requiere que la sociedad civil organizada valorice el acto productivo, que crear riqueza y empleo sea visto como acto deseable y legítimo. Así se crea y reinventa el futuro.
Gonzalo Chávez A. es economista.
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