lunes, 15 de octubre de 2012

Hacia un sistema de ocultamiento

Urupesa urbana Maggy Talavera

 http://www.paginasiete.bo/2012-10-15/Opinion/Destacados/12Opi00115-10-12-P720121015LUN.aspx

- 14/10/2012

Leo “Las políticas de la vergüenza” de Josep Ramoneda en El País y me sorprende la semejanza que existe entre los gobiernos de Manuel Rajoy en España y de Evo Morales en Bolivia. Vaya, ¡pero qué ‘sacrilegio’! dirán los que alimentan a diario el endiosamiento del presidente Morales.

Ningún sacrilegio, coincidirán en refutar otros al considerar los puntos en común que se perciben en las políticas, los discursos y las acciones de ambos gobernantes. Una de ellas, la “política sistemática de ocultación” que impulsan y que Ramoneda define según los siguientes parámetros: “negación de la alternativa, satanización del conflicto, ninguneo del Parlamento, discurso del miedo, humillación de los perdedores, desprecio a las voces discrepantes, cultura de casta, minimización de las condiciones básicas de igualdad propias de la democracia”.

Los parámetros señalados por Ramoneda hacen referencia de manera específica al Gobierno de Rajoy, pero ¿acaso no se ajustan con una sorprendente exactitud a lo actuado por el Gobierno de Morales? Allá, en España, Rajoy “ha puesto al servicio de inteligencia a investigar filtraciones a la prensa extranjera”, ha premiado a la Policía “por actuar de un modo absolutamente desmesurado contra las manifestaciones del 25 de septiembre” y “ha lanzado un globo sonda sobre la limitación del derecho de manifestación e incluso se ha hablado de penalizar las críticas a las instituciones”.

Acá, en Bolivia, Morales también ha usado al servicio de Inteligencia para espiar a quienes considera opositores, a la Policía para reprimir discrecionalmente a algunos sectores y ha lanzado varios “globos sonda” sobre restricciones no sólo al derecho a la protesta, sino también al de la libre expresión y al de la libertad de prensa.

El parangón nos permite constatar por enésima vez que entre un Gobierno que se dice de izquierda o socialista y otro que se declara progresista o de derecha son más las cosas que los asemejan, que las que los diferencian. Y en este caso, queda claro que lo que los asemeja es la sistemática política de ocultación que alientan ambos gobiernos, en desmedro de la democracia y favorable más bien al autoritarismo. Una tendencia que se percibe no sólo en los niveles nacionales, sino también en los gobiernos locales y regionales, como puede ser abundantemente demostrado en nuestro país.

En el caso de Bolivia, destaco en primerísimo lugar a la gestión municipal de Percy Fernández en Santa Cruz de la Sierra como la más aplicada en la puesta en práctica de esa política de ocultación, que se refleja de manera nítida en la crisis que soporta el gobierno local. A través, por ejemplo, del ninguneo del Concejo, del desprecio a las voces discrepantes, de la negación de las alternativas, del discurso del miedo y de la humillación ya no sólo de los perdedores (opositores o disidentes políticos), sino también de cualquiera que se atreva a ejercer la tarea de fiscalización de la gestión municipal y del manejo de los recursos públicos que, en el caso del municipio cruceño, suman 2.668 millones de bolivianos según el Presupuesto Operativo Anual 2012.

Una práctica de ocultación que lleva el sello personal de Fernández y sus inmediatos colaboradores, y que se traduce en el desconocimiento del mandato popular de seis de los siete concejales elegidos como titulares por el frente Santa Cruz Para Todos que postuló al propio Percy Fernández; y, también, en la presión ejercida sobre dueños de medios de comunicación para acallar voces y censurar informaciones, que es lo que todo indica hizo contra Carlos Valverde Bravo para sacar del aire sus programas Sin Letra Chica y Como Somos. El primero, en Activa TV (televisión por cable); y el segundo en Radio Clássica FM (107.1), al aire por estos medios sólo hasta diciembre próximo.

Por supuesto que la administración municipal de Fernández niega este extremo, como sin duda lo harán los otros gobernantes aludidos en este artículo y en el que publicó El País. Es parte del ejercicio del poder, sobre todo de la política de ocultación que gana terreno, a pesar de las denuncias y protestas en su contra, para pesar y frustración de muchos ciudadanos que demandan mejores gobiernos y gobernantes más justos. Es muy probable que así sea por un factor de fondo señalado por un cibernauta: esa ciudadanía disconforme “plantea el conflicto en el plano valórico e ideológico y no en el pragmático, que es el que manejan muy bien” los gobiernos y las élites. “Si el problema es el Poder, la solución es ganar y punto”, dice Mariano Merino. No hay duda de que ésa es la lógica de los gobernantes aludidos.

Maggy Talavera es periodista.

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