viernes, 12 de octubre de 2012

¿Por qué ganó Hugo Chávez? (Lo estructural)

 http://www.paginasiete.bo/2012-10-12/Opinion/Destacados/15Opi00112-10-12-P720121012VIE.aspx

- 11/10/2012

El antagonismo teórico entre democracia y revolución se debe a que la primera implica una ideología y una política cooperativas, y la posibilidad de que la sociedad completa, arrastrando a todos sus componentes, acuerde un curso de acción común. De ese modo, dirigentes de una u otra tienda política pueden alternarse en el poder, pues se sabe que ninguno podrá eliminar a los demás. La democracia implica, por tanto, como dice el filósofo Pierre Manent, que ningún partido sea capaz de imponer completamente su programa, que todos queden reducidos hasta cierto punto a la impotencia. Tal es el papel de las salvaguardas institucionales y de los procedimientos legales en los que enfatizan estos regímenes.

La revolución, en cambio, consiste exactamente en lo contrario. Es la imposición de un programa hasta las últimas consecuencias; se constituye, por tanto, como un hecho no cooperativo sino excluyente, que exige que unos ganen y otros pierdan.

Esta contradicción explica muchos de los fenómenos políticos que vemos actualmente en las “revoluciones en democracia” de Venezuela y Bolivia, inclusive por qué volvió a ganar Hugo Chávez el pasado 7 de octubre.

En estos países, la aplicación del programa revolucionario produce una división de la sociedad: Unos, históricamente marginados, pese a ser la mayoría, se configuran como los beneficiarios del cambio; mientras que los otros, los que hasta ahora han acumulado la mayor parte de la propiedad y de la renta sociales, sienten que perderán sus privilegios y se enfrentan cerradamente contra los gobernantes. Es la lucha de clases o, mejor, el combate de dos grandes “bloques” sociales, “los ricos” (que también pueden ser “los blancos”) y “los pobres” (que incluyen a los indígenas).

La división de la sociedad que surge de esto es esencial para el funcionamiento de las “revoluciones en democracia”. En realidad, la animadversión de los “ricos” respecto al proceso no es un resultado indeseado de éste, sino la condición que lo permite. Y esto ocurre porque la actitud política de los segmentos altos provoca que, en contraposición, la otra facción de la población, que es la parte mayoritaria, se identifique con el liderazgo revolucionario, el cual aparece así como la única alternativa frente a las élites tradicionalmente dominantes -y ahora en la oposición-, y por tanto como representante real del pueblo. La gente razona según la sentencia popular de que los enemigos de tus enemigos son tus amigos.

Simultáneamente, los partidos políticos de oposición, dada su ligazón de clase, y por la propia lógica de la situación, tienden a posicionarse en la trinchera de quienes son ofendidos y arrinconados por las políticas oficialistas, y se consagran a defender las instituciones creadas para asegurar la cooperación social, tratando así de detener la imposición de una visión unilateral y hegemónica en contra de una parte (su parte) de la sociedad. Pero con esto únicamente consiguen darle otra vuelta de tuerca a la división social que, como hemos dicho, provoca el proceso revolucionario. Así, el enfrentamiento se traslada de la sociedad al sistema de partidos políticos y entonces los chavistas o los evistas aparecen defendiendo/representando a los “pobres”, mientras que los opositores hacen lo mismo respecto a los “ricos”.

Y una vez que esto se consolida, las consecuencias son sencillas: no importa cuántas veces el movimiento que representa a los “pobres” apele a las urnas, en todos los casos podrá contar con el triunfo electoral. Éste es el modo en que la democracia, por lo menos en lo que respecta a uno de sus procedimientos fundamentales, se conjuga con una acción ejecutiva revolucionaria, sin que el sistema de partidos políticos pueda evitarlo. (Al contrario, éste contribuye indirectamente a ello).

La campaña de Enrique Capriles, con su bien pensado programa de reconciliación nacional y continuidad de la política social de Chávez, trató de romper este mecanismo y, gracias a ello, logró los mejores resultado jamás conseguidos por el antichavismo, que sin embargo no alcanzaron para romper la lógica que hemos explicado.

Ahora bien, esto tiene implicaciones de orden, digamos, filosófico. Sabemos que la democracia se basa en la separación y la polémica entre una pluralidad de grupos políticos, como medida preventiva para evitar la concentración desmesurada del poder. Pero en los casos que estamos analizando tenemos que, contrariamente, la lucha entre partidos no reduce, sino que incrementa la posibilidad de que una facción monopolice el poder.

La causa de fondo ello, claro, es la gran diferenciación interna, la profunda desigualdad de las sociedades latinoamericanas, un cisma que existe desde siempre, y que siempre ha sido aprovechado por los hombres providenciales, los demagogos y los caudillos.



Fernando Molina

es periodista y escritor.

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Comentario:


Esto es verdadero cuando solamente se habla de reformas que están orientadas exclusivamente a una redistribución de riqueza en un país pobre como el nuestro, como suele hacerse en modelos políticos de izquierda. Ya lo decía un líder español de reciente data: la derecha es buena para generar riqueza, pero no para distribuirla, y la izquierda es buena distribuir riqueza, pero no para distribuirla.
Supongamos que como política social, el Estado Boliviano procede a la confiscación del 100% de la riqueza del segmento con mayor riqueza de la sociedad boliviana, y se la redistribuye en favor de toda la población...los efectos serían de muy poco impacto en mejor las condiciones de vida del resto. Por lo mismo que somos uno de los países mas pobres de las americanas, "la cantidad de riqueza de nuestras elites son así mismas risibles comparadas con las élites del Perú, Chile, Argentina..”
La victoria de Chávez significo redistribución y polarización, así como la victoria de Evo Morales significo en los hechos redistribución y polarización, ….pero curiosamente ambos estados no se caracerizan por la generación de NUEVAS RIQUEZAS.
El único camino para salir de la pobreza (históricamente demostrado en sociedades de todo el mundo), ES LA GENERACIÓN DE NUEVA RIQUEZA.

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