miércoles, 17 de octubre de 2012

El derecho a la palabra

Carlos Toranzo Roca

 http://www.paginasiete.bo/2012-10-17/Opinion/Destacados/13Opi00217-10-12-P720121017MIE.aspx

- 16/10/2012

Durante la dictadura militar de Barrientos en 1964 estuvimos presos sólo por disentir con el régimen; en 1971, durante la dictadura militar de Hugo Banzer, nos apresaron porque discrepábamos de la dictadura, porque pensábamos diferente, porque defendíamos la libertad de pensamiento, la libertad de expresión; nuestro delito fue buscar el derecho a la palabra.

Es en ese mismo régimen de Banzer que mataron a nuestros seres queridos, a mi hermano lo hirieron y luego de horas lo remataron en el hospital militar, ¿por qué lo hicieron? Por el simple hecho de defender la libertad de pensar.

Después de la prisión tuvimos que sufrir exilio por sólo pensar distinto a la dictadura, por defender la libertad de expresión. Esa dictadura era eso, dictadura, por eso no permitía que muchos piensen diferente, no admitía la libertad de expresión ni la libertad de pensamiento, esos regímenes nos privaban del derecho a la palabra. La mala hora no acabó con Banzer, después, al inicio de los 80, la dictadura de García Meza, con más brutalidad, mató a quienes pensaban diferente, a los que soñaban con la libertad de pensamiento, con la libertad de expresión.

Para García Meza no estaba admitido el derecho a la palabra, por eso su amenaza cruel de pedir que los disidentes anden con el testamento bajo el brazo. Esas amenazas eran producto de una dictadura que no admitía para nada la democracia; sus valores y sus actos eran autoritarios, dictatoriales.

Se han perdido muchas vidas, han habido muchos sacrificios por defender el derecho a disentir, por buscar la libertad de expresión y la libertad de pensamiento. Luego de tantos años y de toda una vida de defender los derechos de las personas, no hemos cambiado, seguimos creyendo en la libertad de pensar, de opinar, de expresar nuestra ideas, así sean contrarias al poder.

Cuando se llegan a admitir los valores de la democracia, no es válida la lógica del amigo-enemigo, cuando más se puede hablar de adversarios; a éstos no se los mata, no se los encarcela, no se los exilia, no se los amenaza.

La democracia aconseja convivir entre todos, así sea que piensen diferente, aunque tengan diversos credos políticos y diferentes culturas. La democracia es precisamente eso, el reto de convivir entre todos, entre diferentes; implica un proyecto para todos, no solamente para algunos: ni sólo para los poderosos, ni exclusivamente para los débiles. ¿Es que acaso una democracia intercultural en lo más profundo que posee no debería revalorizar la convivencia entre diferentes?

La democracia intercultural no puede ni debe ser un pretexto para tratar de eliminar a los que -según algunos “revolucionarios”- tenían mucho poder en el pasado. La democracia intercultural no puede ser un ardid o un instrumento para admitir solamente el reino de los cocaleros, de los indígenas, de los cooperativistas o de los militantes de un solo partido. La democracia debe ser propiedad de todos, no es admisible que sólo algunos la expropien para sí, para reproducir su poder.

El cruceño tiene derecho a la palabra, el tarijeño debe poseer el derecho a hacer escuchar su voz, no se puede acallar a los empresarios, los mestizos tienen derecho a ser censados, poseen derecho a que sus múltiples culturas sean admitidas, así muchas veces no comulguen con la Pachamama, las clases media tienen el derecho a existir. No es democrático uniformar las culturas en una sola, fundada en la hoz y el martillo. La democracia no es patria o muerte, es más bien vida para todos, para los del partido y en especial para los que no lo son.

Las democracias no encarcelan a los disidentes, no apresan a los que piensan diferente, no hacen juicios a quienes defienden la libertad de expresión, las democracias no amenazan a los ciudadanos para que anden con el diccionario bajo el brazo, las democracias no exilian a la gente porque disienten del poder. Quienes creemos en la democracia, al igual que 40 o 50 años atrás, seguimos valorando la libertad de expresión, la libertad de pensamiento. Si hemos sufrido cárcel o exilio por defender el derecho a la palabra, esas penalizaciones no nos han hecho cambiar de opinión, seguimos y seguiremos defendiendo el derecho a la libertad de expresar nuestras ideas.

Carlos Toranzo Roca es economista.

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