domingo, 14 de octubre de 2012

El (in)discreto encanto de la (nueva) burguesía

La curva recta Agustín Echalar Ascarrunz

http://www.paginasiete.bo/2012-10-14/Opinion/Destacados/17Opi00214-10-12-P720121014DOM.aspx

- 13/10/2012

Sin quererlo, doña Nardi Suxo ha hecho las semanas pasadas un enorme aporte a la transparencia. Un problema eminentemente doméstico, un disgusto entre la “trabajadora del hogar y la patrona” en la casa de su hija en Berlín, ha terminado transparentando una serie de cosas en relación al proceso de cambio; de hecho, doña Nardi, sacrificando su propia imagen, ha puesto en evidencia un eslabón más de la cadena de imposturas de las que están compuestos los nuevos tiempos.

Hace casi dos décadas, en las épocas en que si le decían a Álvaro García Linera que iba a casarse con una belleza estilo Barbie en la basílica menor de San Francisco, en una imponente ceremonia recontra-católica, éste hubiera tomado por loco al vidente o se hubiera indispuesto. Su compañero de lucha, el famoso Mallku, contestó a la pregunta de Amalia Pando -de ¿por qué pones bombas?- con un lapidario: “Porque no quiero que mi hija sea tu empleada”. Para las famosas elecciones de 2005, el MAS gastó poquísimo dinero en spots televisivos, pero hizo uno apropiándose, no muy elegantemente, de la famosa frase de su adversario.

Esta frase es contundente y por eso sirve perfectamente de eslogan, porque es precisamente en la relación entre patrones y empleados domésticos donde se pueden ver en forma más punzante las contradicciones que conforman nuestro mundo local, y el concentrado de una sociedad clasista, profundamente racista y patriarcal.

La existencia de un sistema de empleo doméstico explotador, discriminador y en muchos casos francamente abusivo, es un reflejo de la precariedad económica boliviana; dicho más claramente, de la gran pobreza que ha aquejado a los pobladores de esta parte del mundo desde mucho antes de la llegada de los españoles. Un cambio real de estas condiciones sólo será posible cuando la economía del país mejore. Doña Nardi nos ha mostrado que esas condiciones no han variado, que el bienestar no ha llegado a todos, por lo que el proceso de cambio no es para las empleadas domésticas, que no importa si se las llama de otro nombre ahora, que igual tienen el mismo rol de la sirvienta de hace 40 años, y la misma precariedad ante las leyes, aunque estén en Alemania.

Es más, en esta semana de la transparencia, lo que ha quedado muy en claro es que no sólo la situación de las empleadas domésticas no ha cambiado, sino que las prácticas más abyectas del antiguo régimen, el nepotismo, el clientelismo y el tráfico de influencias, eventualmente no han disminuido, sino que se han expandido. Y como no podía ser de otra manera, es en el sistema diplomático, tradicional botín de los partidos de turno, donde esto se puede notar más.

De hecho, no deja de haber un retrogusto gatopardiano en esta historia, se ha cambiado todo para que nada cambie.

El affair de la “diplomática” boliviana acusada por una organización humanitaria que vela por los derechos de las mujeres, pringa al gabinete de don Evo, precisamente porque la madeja llega nada menos que hasta una ministra de Estado. Hace un mes, un ministro perdió su pega porque no había agua en el baño de un aeropuerto, ¿qué castigo se le dará a la ministra que no supo jalar la cadena?

Agustín Echalar Ascarrunz es operador de turismo.

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