domingo, 14 de octubre de 2012

Colonialismo del siglo XXI

http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20121014/colonialismo-del-siglo-xxi_188776_401243.html

Por Róger Cortés Hurtado - Periodista Invitado - 14/10/2012


La única barrera que nos separa de esos resultados es la durísima voluntad de esos pueblos y la voluntad ciudadana, que seguirá resistiendo en cada espacio y momento a que el nuevo colonialismo madure y se arraigue
El racismo es —tal como yo lo entiendo— el desprecio armado de poder. Cuando carece de esa fuerza resulta casi inocuo y su más probable víctima es quien lo siente y pretende demostrarlo.
El colonialismo es una mezcla de desprecio y abuso que ha conseguido elevarse a rango estatal.
El acto en el que se celebró el Día de la Descolonización, que ha desalojado del calendario al anacrónico Día de la Raza, dio la ocasión para que, después de hacer explotar petardos verbales en contra de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, el Jefe de Estado dijera que la conquista española, en el siglo XVI, tenía el propósito de “saquear recursos naturales, exterminar a los indígenas” y establecer la dominación europea en estas latitudes.
El oro, la plata, los minerales, en general, fueron el principal estímulo para ejercer la prolongada dominación de aquel entonces y hoy continúan encendiendo codicia y enfrentamientos. Lejos de extinguirse, las pugnas por las riquezas naturales se extienden a los recursos renovables y el Gobierno nacional que más rayos y truenos lanza contra esa expoliación se está convirtiendo en un verdadero especialista, porque el primer medio de su repertorio ante las demandas y conflictos es comprometer, transferir o autorizar el uso y abuso de riquezas naturales colectivas en beneficio de los grupos corporativos más agresivos.
Con la misma facilidad con la que vació de contenido a su discurso anticolonialista y después de conseguir respeto y reconocimiento mundial, proclamando los “derechos de la madre tierra”, el Gobierno nacional se ha embarcado en uno de los planes más violentos para transgredirlos. Su estrategia combina el uso masivo de dinero, propaganda y despliegue de poder con certero olfato empresarial, como se está viendo en la manera en que conduce contrataciones directas, como la que permite reiniciar las obras de la carretera a través del Tipnis.
El enorme daño que ocasionará ese proyecto, al destruir el bosque, las cuencas hídricas y utilizar las depredadas tierras para construir fortunas, a costa de la liquidación de ese recurso en tiempos cortísimos, tiene que complementarse con la política de colonialismo más letal, porque su resultado será la extirpación y exterminación de los pueblos habitantes del bosque.
La única barrera que nos separa de esos resultados es la durísima voluntad de esos pueblos y la voluntad ciudadana, que seguirá resistiendo en cada espacio y momento a que el nuevo colonialismo madure y se arraigue.

El autor es docente universitario

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