miércoles, 17 de octubre de 2012

Críticas a la diplomacia boliviana

- 16/10/2012

 http://www.paginasiete.bo/2012-10-17/Opinion/NoticiaPrincipal/12Opi00117-10-12-P720121017MIE.aspx

El lunes, Página Siete publicó información sobre la realidad de la diplomacia boliviana, constatando, gracias al análisis de las planillas oficiales de ese ministerio, que apenas un 13,5% del personal que funge como diplomático es de carrera. Los demás funcionarios son allegados, militantes del MAS e incluso algunos parientes de altas autoridades del Órgano Ejecutivo, demostrando que en esta área no sólo que no se ha producido el anunciado cambio por el Gobierno sino, más bien, un evidente retroceso que afecta a los intereses del Estado.

La Academia Diplomática ha formado, hasta el presente, 14 promociones de profesionales especializados, con un número aproximado de 300 egresados, quienes han cumplido pruebas, primero para su ingreso y, después, dos años de estudios. Otros cien profesionales bolivianos han sido formados en academias extranjeras con las que Bolivia tiene convenios.

Con este equipo de profesionales se pudo haber esperado la conformación de un cuerpo diplomático sólido, pero ello no ha ocurrido, el MAS incurre en la misma práctica (pero peor) que caracterizó a casi todos los gobiernos del pasado, como la prebenda, el favoritismo, el amiguismo; es decir, hacer todo antes que defender los intereses del Estado.

Decimos que la situación ha empeorado con respecto al pasado porque la cantidad de profesionales es la más baja que se tenga memoria. En el pasado hubo una línea de cierto respeto a los diplomáticos y su porcentaje nunca bajó del 30%. Fuentes de la Cancillería aseguran que el mejor momento para la carrera fue durante el Gobierno del presidente Carlos Mesa, cuando la Cancillería mostró en su planilla que el 80% de funcionarios era especializado; luego vino el estrepitoso debilitamiento del servicio exterior.

La excusa utilizada por el oficialismo, de que se adoptan criterios de supuesto “compromiso” con el Gobierno antes de hacer las contrataciones, es sólo eso, una excusa que no tapa el problema de fondo: la Cancillería y las legaciones diplomáticas son una fuente de pegas para el oficialismo. También es censurable que, en algunos casos, se haya convertido el servicio diplomático en una forma de encubrimiento para personas que enfrentan investigaciones penales inconclusas en el país.

Este complicado panorama de la diplomacia boliviana repercute, ni duda cabe, en los pobres resultados de la gestión internacional en la que, por ejemplo, se ha abandonado negociaciones urgentes, como los innumerables temas que tenemos pendientes con Chile (para no hablar de que no hay señales de si Bolivia presentará o no una demanda internacional contra ese país).

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