martes, 11 de diciembre de 2012

El gen del mal

En riesgo de extinción Roger Cortez Hurtado

http://www.paginasiete.bo/2012-12-11/Opinion/Destacados/16Opi00111-12-12-P720121211MAR.aspx

- 10/12/2012

Las explicaciones morales de la historia son tan inútiles como nocivas. Sirven como buenos auxiliares a relatos míticos, como el del “pueblo del dios”, a las proclamaciones de pretendidas superioridades intrínsecas de toda laya o, en general, a la manipulación de cualquiera de los monoteísmos, religiosos o políticos, para crear coartadas y justificaciones cómodas y aberrantes.

La declaración del Presidente boliviano que atribuye al presunto principal responsable de “la red de extorsión” el papel de espía, con la misión de “infiltrar” al Estado Plurinacional para desprestigiarlo, tiene todas las características de un recurso propio de las explicaciones morales, útiles para cerrar la puerta a un examen objetivo de los hechos y de la trama política de la que son parte.

La denuncia de una conspiración, formulada con el conocido y exitoso tono confidencial ya utilizado antes en similares circunstancias, ha funcionado previamente, garantizando que un segmento considerable del público la acepte como buena, sin detenerse a considerar su consistencia lógica y menos su verificabilidad, debido a que la idea misma de complot predispone a alinearse con la supuesta naturaleza buena de los “propios” confrontada con la intrínseca malignidad de los “ajenos”.

Tendrá sentido detenerse a discutir sobre la acción de agentes extranjeros o “infiltrados”, cuando se presenten al público las pruebas que siempre se mencionan y jamás se enseñan, siempre y cuando no se pierda de vista, además, que la manera de pensar que endosa la naturaleza del mal a los otros y la niega a sí mismo es más dañina y peligrosa que todas las conspiraciones, porque niega, oculta y desconoce la propia vulnerabilidad.

La idea de que existen ideologías, etnias, creencias o afiliaciones “inmunes al mal” ha sido, en todos lados y en todos los tiempos, una señal inequívoca de descomposición, asociada a las corrientes más retrógradas.

La existencia de bandas de asaltantes y chantajistas, conformadas por abogados, jueces y fiscales, patrocinados y protegidos por influyentes políticos profesionales, es una constante del funcionamiento estatal. Así ha sido en nuestro país, en prácticamente todos los gobiernos y al amparo de la mayor diversidad de denominaciones ideológicas y siglas partidarias.

Las actividades criminales de funcionarios no ha sido inventada por esta administración, que, por el otro lado, no está inmunizada contra la corrupción ni el abuso del poder. Basta para verificarlo, tomar nota de la colección de ilícitos cometidos por altos funcionarios, o la colección de falsedades, transgresión de principios y la ley, tanto como de las despiadadas agresiones con las que trata de imponer la construcción de la carretera a través del TIPNIS.

La utilización del Estado para enriquecer grupos que prosperan a su sombra es tan antigua como el Estado y persiste gracias a la reproducción de estructuras y prácticas políticas y jurídicas, a la manera a como se educa y forma y a la tolerancia social con tales conductas. La vigencia de esas condiciones en nuestro país está potenciada por el completo descalabro de los aparatos de administración de justicia y del Ministerio Público y por su histórica subordinación al mandato y necesidades de los gobernantes.

El “destape” de la asociación de extorsionadores deja al descubierto que ni la ley anti-corrupción, ni la existencia de un ministerio especializado en combatirla tengan alguna utilidad o sentido y muestra también como la gran oportunidad que otorga para que los magistrados elegidos puedan actuar de manera autónoma está siendo dilapidada, para no hablar de la penosa perplejidad del flamante responsable del Ministerio Público.

La explicación conspirativa del Presidente pone de manifiesto que quienes lo rodean carecen del valor que se necesita para abordar la ineludible discusión sobre los mecanismos de funcionamiento del poder que amparan la existencia de una, o (con seguridad) varias mallas criminales, en muchos de los pliegues y arrugas de la intacta y descontrolada estructura del “Estado colonial”.

Roger Cortez Hurtado es investigador y docente.

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