- 07/09/2012
http://www.paginasiete.bo/2012-09-08/Opinion/Destacados/16Opi00108-09-12-P720120908SAB.aspx-
El crecimiento de la economía boliviana está íntimamente condicionado por el crecimiento de las exportaciones y, aparentemente para seguir creciendo, lo único que quedaría por hacer es tener a disposición de ese mercado materias primas que tradicionalmente esta economía ha exportado. Por supuesto, tan poderosa vinculación no garantiza el desarrollo del país como no lo ha hecho en los 187 años de su existencia como nación independiente.
Por otra parte, si se piensa que ejecutando millonarias inversiones se logrará el deseado desarrollo así como eliminar la pobreza, la evidencia empírica para distintos países encuentra serias limitaciones a la dependencia casi exclusiva de esas millonarias inversiones. Estos aspectos fueron inicialmente examinados en una reunión organizada por el Inaset en la que Enrique Velasco cuestionó el protagonismo que los economistas le otorgan a la inversión tanto en los modelos utilizados para estudiar el desarrollo como en las políticas económicas que derivan de esos modelos.
Existen otros factores, reflexiona Velasco, que pueden pesar mucho más en la determinación del desarrollo tales como la productividad del trabajo o mayores grados de equidad que, por lo general, se discurre emanarán mecánicamente de la inversión realizada. Sin embargo, esos factores se correlacionan en mayor grado al crecimiento de largo plazo del PIB que con los montos destinados a la inversión.
En países no industrializados como Bolivia y de reducido mercado interior es imprescindible orientar una considerable parte de las inversiones a actividades que internamente generen valor agregado, empleos mejor remunerados y mayores volúmenes de producción alcanzados con mejorada productividad. Aspectos que no se logran si se continúa con la actual orientación primario exportadora ni con una industrialización prestada.
Los recursos que dispone Bolivia deben invertirse de tal modo que permitan que los efectos multiplicadores y aceleradores de la inversión, tanto en el consumo como en los sucesivos niveles de inversión, mayoritariamente se queden en la economía nacional. Se debe considerar que importantes porciones de las grandes inversiones que se realizan en Bolivia redundan más en las economías industrializadas que proveen las maquinarias y los equipos.
Ciertamente, en la actualidad existe tecnología de la cual no se puede prescindir y cuyo origen son los países industrializados. Sin embargo, esto no elimina que Bolivia pueda realizar actividades productivas que de manera creciente absorban esos efectos positivos y sean desencadenadoras de una mayor dinámica económica interna.
Este proceso supone, en consecuencia, una ambiciosa estrategia de largo aliento que introduzca las potencialidades productivas que Bolivia posee tanto en productos casi exclusivos como en procesos tecnológicos que puede adoptar o desarrollar. El desafío es tanto para el Estado, que debe definir políticas económicas adecuadas a esta visión, como para todas las formas que en Bolivia asume la iniciativa privada.
Alberto Bonadona Cossío es economista.
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