¿ESTA NO ES LA ADMISIÓN DE CULPA POR ALENTAR UNA INTENCIÓN SEPARATISTA ARMADA?
¿HAY SEPARATISMOS BUENOS Y SEPARATISMO MALOS?
09 de Marzo de 2014 | Ed. Impresa
Estuvo tras las rejas durante cinco años, acusado de volar unas torres de alta tensión
CARLOS MORALES
cmorales@eldeber.com.bo
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Álvaro García Linera, el hombre que denostó
abiertamente del supuesto movimiento separatista en Santa Cruz,
reconoció que el Ejército Guerrillero Túpak Katari (EGTK), del cual
formó parte en los años 90, planteó la posibilidad de constituir por la
vía armada una nación estatal aimara y separarse de Bolivia en caso de
persistir el “blindaje antindígena del Estado republicano”.
Los movimientos políticos indigenistas influenciados por el katarismo
desistieron de seguir por esa senda a partir del triunfo electoral del
MAS y optaron por la ‘indianización’ del Estado boliviano bajo el
programa impulsado por el indígena Evo Morales, que apostó por la
creación de un Estado Plurinacional que reconozca la existencia de
varias naciones con plenos derechos a la autodeterminación.
Así lo plantea García Linera en su último ensayo
denominado Identidad boliviana. Nación, mestizaje y plurinacionalidad,
que se publicó bajo el auspicio de la Vicepresidencia del Estado.
“Las naciones con mayor vitalidad histórica tienden a inclinarse a la
constitución de naciones estatales, como ha sucedido en varias partes
del mundo, lo que conduce a guerras de carácter nacional que cambian la
configuración territorial de los Estados”, afirma García Linera.
“Esta posibilidad siempre estuvo abierta en Bolivia y era una de las
opciones latentes desde la re-emergencia de los diversos movimientos
políticos indígenas en los últimos 20 años del siglo XX. La constitución
de una nación estatal aimara, y tal vez de una quechua, se abrió como
posibilidad ante el blindaje antindígena del Estado republicano,
especialmente en su forma neoliberal”, señala García Linera.
El mandatario explica que el EGTK surgió a fines de los 80 como “la
vertiente más radical y sólida de esta tendencia autodeterminativa de la
identidad nacional aimara”. Pero el curso de la historia evitó la
escisión estatal tal como la planteaba el EGTK. “Las construcciones de
hegemonía cultural, de habilidad articuladora de los movimientos
indígenas tomaron un rumbo más gramsciano (por Antonio Gramsci,
filósofo, teórico marxista) que leninista (por Vladimir Lenin,
revolucionario y comunista ruso), en relación a la consolidación estatal
de las identidades indígenas”, señaló.
Se impone la ‘indianización’
Así, “en vez de optar por la autodeterminación nacional
indígena (que hubiera supuesto la separación de la identidad boliviana),
las luchas discurrieron por la opción de la indianización del Estado, y
la creciente indianización de la identidad boliviana, como espacio de
unificación de las diversas identidades indígenas y no indígenas,
paralelamente al reforzamiento cultural de la propia identidad
indígena”.
En este sentido, “lejos de renunciar a la dimensión estatal, las
principales identidades indígenas –organizadas como movimiento indígena–
decidieron dejar en el camino la latente opción de autodeterminación
nacional, que habría abierto la posibilidad de fragmentación
territorial, optando por otra forma de realización estatal de la
identidad nacional indígena, que no se había previsto: la victoria
estatal popular-indígena (Estado Plurinacional y Gobierno de movimientos
sociales), en el marco de la unidad territorial con el resto de las
naciones (identidad nacional-estatal boliviana) y el respeto y
reforzamiento cultural de las identidades indígenas”.
Según García Linera, el planteamiento fundamental
del Estado Plurinacional ‘resuelve’ el problema de las nacionalidades. A
tiempo de potenciar las identidades indígenas, “las agrupa a todas
–incluidas las no indígenas– en un arco mayor (Bolivia) bajo el
liderazgo indígena”, proceso en el actualmente nos encontramos según la
visión del vicepresidente.
Junto a su hermano Raúl y el aimara Felipe Quispe,
Álvaro García Linera formó parte del EGTK, organización guerrillera de
tendencia indigenista y maoísta, que protagonizó varios atentados a
torres eléctricas y gasoductos y se disolvió tras su derrota militar y
política.
Autodeterminación aimara
El planteamiento estatal aimara no era una novedad cuando el EGTK lo planteó en los 90.
Según el investigador Rodrigo Valenzuela Fernández, el movimiento
aimara del altiplano boliviano tiene un largo itinerario. “La historia
del pueblo aimara es de luchas y rebeliones contra el dominio hispánico
y, luego, contra el orden republicano”, señala en su libro Inequidad,
ciudadanía y pueblos indígenas en Bolivia (Cepal, 2004).
Ya a fines del siglo XIX (1870-1899), Pablo Zárate
Willka y otros dirigentes iniciaron una lucha contra los hacendados,
plantearon la desobediencia civil e irradiaron la idea de crear un
Estado propio para los aimaras y plantear la separación respecto del
naciente Estado boliviano.
Los indígenas formaron parte de la Revolución de
1952, pero una excepción fue Laureano Machaca, explica Valenzuela
Fernández, que en los 60 desde la provincia Camacho (La Paz), quiso
fundar un Estado aimara.
Y en 1974, durante la dictadura de Hugo Banzer, comienza la represión
sistemática. La masacre de Tolata y Epizana (Cochabamba) potenció el
surgimiento de un movimiento indianista independiente de orientación
katarista y estructura sindical que llegó a su punto más alto con la
creación de la Central Sindical Unitaria de Trabajadores Campesinos de
Bolivia (Csutcb).
“Esta rica experiencia muestra que la lucha autonomista-indianista, es
de larga data y, el hecho de que los movimientos indígenas
contemporáneos la planteen nuevamente, hace parte de una tendencia
histórica”, asegura Valenzuela Fernández.
Este proceso regresará con fuerza a partir del 2000, cuando se produce
la crisis del Estado boliviano en varios planos, cuando el movimiento
katarista reincorpora en su discurso la lucha por la autodeterminación.
Su proyecto político propone recuperar el antiguo territorio para
efectos que, una vez que lo controlen nuevamente, constituir el otrora
Qollasuyu. En este contexto, los dirigentes aseguran estar conscientes
de que, en el camino hacia el poder, es necesario adecuarse a los
nuevos procesos y no descartan ninguna posibilidad de alianza social
para hacer efectivas las demandas de indígenas.
A fines de los 90 y los 2000, la fuerza social del katarismo llevó a
sus dirigentes a retomar el liderazgo al interior del movimiento
campesino, señala Valenzuela Fernández. Esto generó una radicalización
política, pues el movimiento indianista-katarista llegó a plantear la
necesidad de construir un Estado propio que permita la
autodeterminación de las naciones originarias, rechazando la definición
pluricultural del Estado incorporada en la Constitución Política en la
medida que obliga al reconocimiento del Estado establecido y niega la
construcción de uno propio. Felipe Quispe estuvo a la cabeza de ese
planteamiento, posición de la que se separa el sindicalista cocalero Evo
Morales y, con él, Álvaro García Linera.
Esta radicalización puede verse como consecuencia de un largo
itinerario. Las luchas indígenas hasta Zárate Willka (1899), tuvieron
un claro contenido de autodeterminación, es decir dirigida a la
constitución de un Estado propio. En el siglo XX, las luchas transitan
desde ese punto hacia un reconocimiento del Estado boliviano. La toma
del poder por parte del MAS permitió, de hecho, canalizar esas demandas
de autodeterminación en el Estado Plurinacional que reconoce a los
aimaras su cualidad de nación, pero sin un territorio soberano pleno, es
decir, se mantiene bajo el paraguas del Estado boliviano moderno
Tips
LOS TIEMPOS DEL EGTK
Aunque no hay una precisión, se cree que el Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK) fue creado a principios de los 90.
IDEOLOGÍA
Indigenista y maoísta.
Integrantes
Álvaro y Raúl García Linera, Felipe Quispe ‘El Mallku’, María
Raquel Gutiérrez Aguilar, Silvia María Renee de Alarcón Chumacero, Jesús
Rojas Lusana, Félix Arizmendi Caiza, Víctor Ortiz Quísbert, Macario
Tola, entre otros.
ANÁLISIS
Respuesta al Vicepresidente
ROBERTO BARBERY - ESCRITOR
Para ensayar una respuesta al
vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García
Linera, abordando su texto Identidad boliviana. Nación, mestizaje y
plurinacionalidad, primero hay que recurrir a la sicología y después a
las ciencias sociales.
¿Por qué a la sicología? Porque su ensayo deja en evidencia un motivo
deliberado, que excede las competencias del análisis desprevenido de la
política abstracta y/o cotidiana. Busca, por todos los medios,
relativizar el valor de los resultados del censo 2012 e intenta
minimizar una situación demasiado visible: el Gobierno esperaba que la
mayoría de la población se identificara como ‘indígena’, extremo que no
ocurrió…
Por ello, su texto está dirigido a devaluar y frivolizar el mestizaje
como categoría de análisis. En su criterio, invocar el tema es una
“impostura intelectual”.
Hecha la prevención de los meandros sicológicos –que también pueden
estar en el inconsciente–, cabe referirse ahora a las digresiones
sociopolíticas del trabajo en cuestión, no exentas, a su vez, de
connotaciones sicológicas con acentos totalitarios…
El ensayo del vicepresidente de un Estado que ya no es República, de
manera coherente con este anacrónico paradigma, no desconoce que toda
sociedad es mestiza, pero con el fin de plantear que lo relevante sería
distinguir el “…núcleo organizador del mestizaje social; esto es, el
bloque social dirigente más su historia y su proyecto histórico en torno
al cual se articulan los flujos heterogéneos de la vida social”.
Esa es la hipótesis. Y aunque el estilo de escribir resulta un tanto
barroco, la propuesta no es tan confusa como parece, porque con ese
marco de referencia, resulta comprensible, por ejemplo, que la ‘nueva
Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia”, establezca
dos clases de ciudadanos: aquellos que pertenecen al ‘sistema indígena
originario campesino’ y aquellos que pertenecen al ‘sistema ordinario’.
Ergo, el ‘núcleo organizador’, sería, claro está, el ‘sistema indígena
originario campesino’; por ello, los ciudadanos que pertenecen a este
‘sistema’, tienen derechos, instituciones, normas y procedimientos con
una lógica diferenciada y ‘jerarquizada’ (término que se usa también en
el ensayo del vicepresidente) en relación a los ciudadanos del ‘sistema
ordinario’.
En ese contexto, el ‘sistema indígena originario campesino’, tiene
representación especial en el Tribunal Constitucional Plurinacional, en
el Órgano Electoral, en las autonomías – lo que supone doble
representación, porque todos participamos sin excepción de la
representación universal, pero no de la ‘indígena originario campesina’,
que, por lo demás, resulta paradójica, considerando que se presume
oficialmente que se trata de ciudadanos que son mayoría…-, y, por otra
parte, tiene también una justicia propia según sus normas y usos, que
inclusive puede estar en ciertos casos de colisión por encima de la
jurisdicción ordinaria.
A este ‘núcleo organizador del mestizaje social’ (para decirlo otra vez
en los términos del ensayo del vicepresidente), se añade una ‘autonomía
indígena originaria campesina’, que es base de la ‘organización
territorial del Estado’, y que entre sus atribuciones tiene
‘autogobierno’, además de la facultad extraordinaria de poder sustituir
municipios autónomos y regiones autónomas…
Pero aún hay más. Para aumentar la indefensión jurídica y la
incertidumbre institucional –sobre todo, claro, de los ciudadanos del
‘sistema ordinario’-, el artículo 23 de la ‘nueva Constitución’, dice
que la libertad y la seguridad personal pueden ser levantadas “para
asegurar el descubrimiento de la verdad histórica”, y el artículo 124,
que el delito de “traición a la patria”, lo comete también aquel “Que
viole el régimen constitucional de recursos naturales” - ¿Y el Tipnis? –
o aquel “Que atente contra la unidad del país” – ¿Quién valora estas
conductas manipulables? ¿La Justicia que denunció hace unos días el
propio presidente del Estado? ¿La justicia con teléfonos intervenidos
que denunció luego el propio presidente del Tribunal Constitucional? ¿La
justicia que un magistrado dice que lee hace años en hojas de coca?
En fin. El caso es que al desentramar el “Estado Plurinacional de
Bolivia”, no resulta tan difícil confirmar que está ‘organizado’ por un
‘núcleo’, en efecto, que hace inútil tener en cuenta el mestizaje,
porque se trata de un Estado que desvirtúa el reconocimiento universal
del ser humano, más allá del azar necesario y fortuito de haber nacido
en alguna parte o de pertenecer a alguna de las razas de ese escamoteado
mestizaje, en abierto atentado contra las bases de cualquier
democracia, por muy social que se quiera representar… -y cabe observar
que hasta aquí solo nos hemos referido a argumentos de filosofía y de
derecho, dejando de lado situaciones de hecho, que son habituales, por
cierto… La síntesis puede ser un silogismo:
Premisa mayor: Los Estados que se organizan tomando como referencia el
origen, la raza o la cultura de las personas, son estados fascistas,
como el de Mussolini o como el de Hitler.
Premisa menor: Bolivia es un Estado que se organiza tomando como referencia el origen, la raza o la cultura de las personas.
Conclusión: Bolivia es un Estado neofascista
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