Hay veces que se tiene la
oportunidad de mostrar lo que uno es, son momentos exigentes, sobre todo cuando
se está contra-corriente, cuando la mayoría – a veces parece que es todo el
mundo - tiende por otro lado, diferente al que el que se considera que es el
correcto. Este es uno de esos momentos donde el Doctor Gualberto Cusi, después
de cumplir sus responsabilidades como Jilaqata y mallku del ayllu Jilatiti
Qullana tiene la responsabilidad en el Tribunal Constitucional. Casi desde un
principio se vio discriminado por el gobierno y el MAS, siendo uno de los
tribunales más votado, se lo marginó de la propia dirección del Tribunal
Constitucional, que es lo que se merecía por el apoyo recibido. Esto acontecía
a pesar de que en las elecciones de magistrados ganó el nulo y perdió el MAS,
con lo que se anulaban las elecciones; causal de la que no es culpable el doctor
Cusi, sino la bestial escalada de violencia simbólica y física en la que está
embarcado el gobierno. ¿Por qué se impidió que cumpla ese papel? ¿Por qué es
indígena? ¿Por qué lleva poncho y chicote, como un mallku? ¿Por qué lee en coca,
además de cotejar la Constitución y las leyes? La verdad es que el gobierno y el
MAS desconfían de los indígenas, sobre todo cuando expresan claramente el apego
a la cultura y a las normas y procedimientos propios. El gobierno y el MAS
requieren personas dóciles, sobre todo aduladores, que reciben órdenes y las
cumplen. De este ámbito salen las personas que tienen una actitud propia y
dignidad. Cusi fue descartado de los planes de maniobra y manipulación del
gobierno, fue descardado de la estrategia de supeditación completa al ejecutivo
del Tribunal Constitucional.
Ahora cuando del doctor Gualberto Cusi
denuncia una flagrante intervención de dos asambleístas del MAS para lograr una
resolución adecuada a la consulta espuria del gobierno, todo el peso de la
furia del gobierno y del MAS cae sobre el miembro más digno e idóneo del
Tribunal Constitucional. La furia se debe a que se toparon con alguien que no
está dispuesto a ser una ficha de sus manipulaciones y despotismo; en el fondo
se piensa así, “lo hemos elegido y no obedece”. La furia de los llucus es
descabellada, hasta lo han comparado con un ex-presidente ecuatoriano, Abdalá
Abucaram, denunciado de loco para destituirlo. El perfil de este presidente no
tiene absolutamente nada que ver con el caso, pero se acude a estas
comparaciones estrambóticas y disimiles, totalmente desorientadas, para
descargar su odio. Pues es eso, un odio que tiene que ver, en el fondo con el
reconocimiento de una gran culpabilidad. Se dicen anticoloniales, empero
demuestran que en sus huesos y en sus comportamientos se encuentra cristalizada
la violencia colonial; se comportan colonialmente, sobre todo cuando la
dominación colonial se practica cuando son funcionario y tienen el poder, que es
lo que más les gusta. Defienden sus puestos desesperadamente, haciendo puntos
ante el jefe. No se dan cuenta - esto es prácticamente imposible - que se
enfrentan a una actitud digna, correcta ante la Constitución y el proceso, que
se enfrentan a un hombre que ha sido Mallku y asume un comportamiento
anti-colonial, pues no puede aceptar que se viole la Constitución y se atente
contra los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios, así mismo,
no está de acuerdo con que se destruya la madre tierra en el TIPNIS. Se
enfrentan a alguien que practica la hermenéutica de la coca del saber ancestral
de los amautas, siendo, por lo tanto, no sólo Mallku, un intérprete desde la
cosmovisión indígena.
El discurso de los asambleístas y de los
funcionarios es patéticamente triste. Descuellan contra el doctor Gualberto Cusi
porque ha tenido la valentía de poner las cosas claras en la mesa. Hay en el
fondo una vergüenza interior a lo que han llegado a ser, unos bufones del poder
y uno melindrosos lluncus, cómplices del derrumbamiento del proceso, pues
aplauden la ruta al naufragio.
En la Constitución está clara la condición
de la consulta previa, libre e informada cuando las acciones administrativas del
Estado afectan los derechos y los territorios de las naciones y pueblos
indígenas. No hay donde perderse. Empero el ministro de gobierno ha hecho
denodados esfuerzos leguleyos por buscar darle la vuelta a la interpretación de
la Constitución y de los artículos en cuestión. Contra viento y marea el
gobierno ha seguido un curso sinuoso en su conducta política respecto al TIPNIS;
primero convenir la carretera con el gobierno brasilero, seleccionar a OAS como
empresa adjudicada, saltado las normas contratación de bienes y servicios,
adquiriendo un préstamo del BNDES; después tratando de imponer la carretera “si
o si”, siguiendo un formato de ataque a las organizaciones indígenas digno de
las dictaduras militares y de los gobiernos neo-liberales; continuando con una
represión descarnada a la VIII marcha indígena en Chaparina, tratando de impedir
la llegada de la VIII marcha a la ciudad de La Paz. Una vez derrotado por la
llegada de la VIII marcha, el apoyo multitudinario y afectivo de la ciudad de La
Paz, se apresura el presidente a impulsar una ley en defensa del TIPNIS, la ley
180; empero, sólo para, un poco después, intentar abrogarla por todos los
medios, incluso incitando una contramarcha de los sindicatos cocaleros del
polígono siete, agrupados en el CONUSUR. Sin poder abrogar la ley 180, maniobra
con la ley 222, que es la imposición de un cuestionario que pregunta sobre la
intangibilidad e induce indisimuladamente a la aceptación de la construcción de
la carretera que atravesaría el núcleo del TIPNIS. Ahora se encuentra embarcado
en una consulta espuria impuesta, sin consentimiento de los pueblos indígenas de
la TCO del TIPNIS. Una consulta efectuada con la mayor muestra de desprecio de
los derechos fundamentales y de los derechos de las naciones y pueblos indígenas
originarios. Una consulta que ahora enfrenta la resistencia de las comunidades
en el territorio indígena y parque Isiboro-Sécure. Una realidad que no puede
cambiar con toda la propaganda que puede desplegar, propaganda y publicidad que
no sostienen sus argumentos empíricamente, tampoco es muestra de ingenio y
experticia comunicacional.
El doctor Cusi fue prácticamente marginado de
las reuniones donde se decidía la resolución del Tribunal Constitucional
respecto de la consulta, su voz disonante no fue atendida, pues los demás
tribunales tenían que atender a las órdenes del gobierno y la intromisión de los
diputados de la Asamblea Legislativa. De todas maneras, el doctor Cusi hizo
escuchar su punto de vista, se manifestó ante la opinión pública. En una
entrevista en la radio Erbol, denunció la intervención de la Asamblea en las
determinaciones del Tribunal Constitucional. Este comportamiento digno y
correcto está plenamente respaldado por la Constitución. Los diputados y
funcionarios del MAS le piden la renuncia, pues no aceptan a nadie que se
comporte de una manera diferente a la conducta de ellos, conducta servil e
indigna de legisladores y de funcionarios, quienes deberían responder a la
Constitución y no a los caprichos del ejecutivo. Los que deberían renunciar por
no cumplir con la Constitución y atentar contra el sentido del proceso de
cambio, sentido dado por las luchas sociales y los movimientos anti-sistémicos,
son ellos, los diputados y funcionarios lluncus. El pueblo boliviano debería
exigir la renuncia de estos diputados y funcionarios, también de los Tribunal
Constitucional que no cumple con sus funciones y no cumplen con la Constitución.
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