domingo, 10 de noviembre de 2013

Bonos y votos

http://www.paginasiete.bo/opinion/2013/11/10/bonos-votos-5622.html

Andrés Gómez Vela

Bonos y votos
Honorio recuerda que la primera vez que su padre recibió dinero del Estado, de forma directa, fue el Bonosol (250 dólares al año) en 1997, durante el gobierno neoliberal del MNR. Don Leandro cumplió el mes pasado 85 años. Su madre, doña Alejandrina, celebrará 69 en enero. Ambos hoy reciben mensualmente la llamada Renta Dignidad, que consiste en 140 boliviano mes para cada persona mayor de 60 años.
Honorio tiene dos hijos, quienes ya van a la escuela, y su esposa Victoria está embarazada otra vez, lo que significa que viene el tercero. A ella el Estado le paga el bono Juana Azurduy, que se traduce en 200 bolivianos por las cuatro revisiones prenatales (50 bolivianos por cada una); 120 bolivianos  por el parto y 125 bolivianos por cada control médico que tenga el niño hasta que cumpla dos años. Por si faltara dinero a algún miembro de la familia, sus niños reciben desde hace dos años el bono Juancito Pinto (200 bolivianos anuales cada niño). Es decir, el Estado entrega a esta familia de manera directa alrededor de 4.580 bolivianos  al año.
¿Hay algo para Honorio? Claro, el año pasado se benefició con una vivienda financiada por el Estado, él sólo puso la mano de obra. Además, recibió una bomba de agua, un molino y un tractor para su comunidad, y tiene la posibilidad de acceder al seguro agrícola si una granizada o una helada golpea  sus sembradíos. En resumen, como nunca antes, todos los miembros de esta familia que vive entre el área rural y una población suburbana se benefician con recursos del Estado.
El Estado, que había excluido a gente como Honorio durante siglos, hoy es su principal benefactor. Él mismo se considera ahora Estado o parte de él. Este viaje histórico comenzó en cierto modo con sus abuelos en abril de 1952 (con la Revolución Nacional), cuando quedó "constatado” que la tierra, el voto, el país también eran suyos, pero no el Estado, por lo que lo resistieron y declararon su enemigo ideológico, político y cultural durante años. La larga lucha prosiguió en el Estado neoliberal, donde, finalmente, se convencieron que la democracia liberal sirve para tomar el poder.
Dadas estas circunstancias, ¿cómo actuará esta familia en las elecciones nacionales de 2014? ¿Cuántas familias como ésta hay en el país? ¿Quién será su candidato preferido? La primera respuesta está en la punta de la lengua: votarán por el MAS y su candidato Evo Morales, aunque en política nada está cerrado ni definido hasta el último voto.
¿Tiene los mismos beneficios una familia de clase media que vive en una ciudad? Probablemente familiares de la tercera edad y niños y niñas reciban los bonos correspondientes, pero a papá y mamá no les llega nada en directo. Sin embargo, reciben algunas cosas indirectas que los toman como obligación de cualquier gobierno, por tanto no retribuible, lo que significa que a la hora de votar opten por candidatos y partidos diferentes.
¿Cuál es la causa para que esta familia no razone igual que la primera? Sus valores. Éstos lo inducen a comprender la democracia como espacio de convivencia, respeto a la Constitución, alternancia en el poder, transparencia, interculturalidad real, justicia, pluralismo. No es que la primera familia no tenga valores, sencillamente ella está estrenando la democracia económica, social, cultural y se declara satisfecha por ahora.
En cambio, la segunda huele en el régimen benefactor de la primera el peligro de totalitarismo, arbitrariedad, uniformización de pensamiento, control aplastante de los poderes, abuso de poder, hipocresía, vinculación indirecta de sus bases con la ilegalidad (narcotráfico, contrabando, evasión impositiva), incoherencia entre lo que dice y hace.
En medio de estas dos familias hay otra que, definitivamente, se siente desplazada por el Estado Plurinacional y sufre en carne propia lo que antes sufrían los miembros de la primera: exclusión.
Por esos espacios donde viven Honorio y los suyos y los otros circulan bonos y votos. En unos pesará el candidato, los beneficios directos; en otros, el programa, valores e instituciones de la democracia.

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