lunes, 4 de febrero de 2013

Los soldados bolivianos presos en Chile

http://www.paginasiete.bo/2013-02-04/Opinion/Destacados/12Opi00204-02-13-P720130204LUN.aspx

- 03/02/2013

Por segunda vez, son capturados soldados bolivianos por la Policía chilena. Ver a nuestros bravos conscriptos, herederos de otros bravos que sacrificaron vidas y haciendas por la patria, esposados como vulgares delincuentes es no sólo deprimente, sino trágicamente desesperanzador.

No se trata de tomar las cosas como si no existieran o restar importancia al caso como ocurre en beneficio de los extorsionadores. Éste ya no es un asunto doméstico, es un caso que atañe a la seguridad y defensa de Bolivia, a su dignidad y a su figura proyectada internacionalmente, así como a la propia autoestima de su pueblo.

En principio debemos preguntarnos las circunstancias en las que dichos soldados cruzaron la frontera con un país hostil como Chile. Sabemos que estaban cumpliendo un deber impuesto por el Gobierno, destinado a reprimir el intenso contrabando de automotores en la zona. Pero nos debemos preguntar: si existían antecedentes, ¿por qué no se tomaron las debidas precauciones para evitar cruzar frontera?

Eso nos lleva a la siguiente pregunta, ¿por qué estaban tan mal equipados los soldados?, evidentemente la dotación de un fusil y algunos cartuchos por tres soldados no están en los Cuadros de Organización y Equipo, pero lo más grave es, ¿por qué no estaban dotados de GPS, para saber su ubicación respecto a la línea demarcatoria?, ¿tenían raciones secas?, ¿estaban dotados de ropa, sacones térmicos y guantes para la fría zona altiplánica?, ¿dónde estaba el sargento profesional que debía comandarlos?

Estas respuestas están en manos del Ministerio de Defensa, el cual es responsable de la dotación de las Fuerzas Armadas. No basta con comunicar que se “deslindan responsabilidades”, éstas son inherentes al mando. Si un organismo destinado por la Constitución a ser órgano político administrativo se atribuye la función logística de las Fuerzas Armadas, debe también atribuirse la responsabilidad de su carencia o su falta de previsión en el presente caso.

Por otro lado, resulta evidente la falta de dotación de equipo y munición de combate en el personal militar; cada vez más el profesional tiene que equiparse con su propio peculio. La alarmante falta de municiones para todas las armas, la falta de planes quinquenales para la renovación y compra de armas y equipo, así como las sorprendentes limitaciones en las cantidades de personal militar egresado que esta cartera está tratando de imponer a los institutos de formación militar, en directo detrimento de la capacidad operativa de las FFAA.

Todo esto nos lleva a concluir que es tiempo de que este ministerio deje de actuar con criterios meramente políticos y jurispru denciales y comience a trabajar con criterios técnicos militares, estableciendo políticas efectivas de Defensa y Seguridad, con el objetivo de obtener Fuerzas Armadas organizadas y equipadas con la debida capacidad disuasiva, en condiciones de cumplir con la misión asignada por el Estado, la Defensa de la Soberanía y el Honor patrio.

Lástima que los encargados de controlar la calidad y eficiencia del Ministerio de Defensa y las FFAA, es decir la Comisión de Defensa de las Cámaras, no parecen preocuparse del caso; parece que algunos de ellos creen que su única función es discutir los ascensos de los generales mientras los soldados afrontan las consecuencias de la falta de previsión, supervisión y control.

No estamos frente a un caso simple. El elemento más valioso de un ejército es su personal, ¿cómo creen que se sienten nuestros soldados al darse cuenta que se les exige obediencia absoluta, olvidando o no conociendo el viejo axioma militar que dice “El que da la misión, da los medios”?



Tomás Peña y Lillo es general retirado y experto en Seguridad y Defensa.

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