sábado, 5 de enero de 2013

La red “solamente” extorsionó

http://www.paginasiete.bo/2013-01-05/Opinion/Destacados/15Opi00105-01-13-P720130105SAB.aspx

- 04/01/2013

Comentar declaraciones de nuestros gobernantes es un arte que requiere, además de destreza exegética, un sutil tino político con el fin de relativizar sus palabras a los diferentes auditorios, sin abstraerlas del contexto en que fueron pronunciadas.

Consecuencias no deseadas de ese arte se sufren a veces en carne propia, como saben bien algunos medios culpables de no saber distinguir flojo de flojera. Por eso, normalmente prefiero pasar por alto los constantes exabruptos de nuestras autoridades.

Sin embargo, es muy difícil quedarse en silencio cuando se escuchan afirmaciones como las que realizó el Presidente del Estado Plurinacional en la reunión de evaluación de su gestión por parte de los cogobernantes sindicatos cocaleros del Chapare.

Queriendo restar importancia al bullado caso de la red de altos funcionarios del Gobierno dedicada a la extorsión, Evo hizo afirmaciones sorprendentes como que esta red “solamente extorsionó y no robó al Estado”.

Con todo respeto por el “líder espiritual” de los bolivianos, yo creo que el delito de extorsión, especialmente en el contexto en que lo cometió la red, es un delito grave y no una bagatela.

Según el diccionario, “extorsión” es quitar para beneficio propio algo del patrimonio de una persona con la violencia o la amenaza. Un ejemplo conocido es el secuestro de una persona para pedir un rescate: se extorsiona a la familia del secuestrado bajo la amenaza de muerte, una práctica común inclusive para financiar actividades terroristas.

En el caso de la red -la cual actuaba como parte del Estado y no “privadamente” como se ha pretendido mostrar-, la extorsión se la realizaba desde una situación de poder sobre personas económicamente pudientes, por lo general, pero prácticamente indefensas ante esa banda de parafiscales, parajueces y parapolicías que actuaba al unísono desde el poder otorgado por el mismo Estado, hasta llegar a inventar pruebas para sus fines, como se ha denunciado recientemente.

Los elevados montos del “rescate” y el tamaño de las fechorías sólo se explican con la tolerancia o la protección oficial a la red, a cambio de los favores que ésta hacía al “proceso” con “responsabilidad y competencia” (Sacha dixit).

De ese modo, la extorsión, acompañada por la amenaza de la cárcel, que en Bolivia es sinónimo de infierno dantesco, se transformaba en terrorismo desde el mismo Estado en contra de los ciudadanos que caían en manos de esa red.

Considero más penosa, aún, la segunda afirmación del Presidente cuando intenta minimizar el delito al señalar que la red “no robó al Estado”. ¡Extraña manera de valorar la gravedad de un delito en función de la víctima! Parecería que en la ética presidencial extorsionar a un ciudadano (que es la célula del Estado) con alevosía e infundiendo terror no es tan grave como sustraer bienes públicos. ¡Hasta dónde llega el endiosamiento del Estado! Me pregunto si Evo aplicará ese mismo rasero a YPFB Refinación, empresa pública sospechosa de realizar contrabando de condensado, evadiendo impuestos y regalías, o sea robando al Estado, en complicidad con su matriz.

Además, no es cierto que la red no le robó al Estado. Tal vez no le robó dinero, al contrario, fue funcional al Gobierno en muchas de sus actuaciones (caso terrorismo y gastos reservados, por ejemplo), pero no cabe duda de que le robó al Estado lo más precioso que tiene a los ojos de sus ciudadanos: la confianza en sus instituciones, especialmente en la justicia, en la Policía y en la transparencia del proceso que lidera el propio Evo Morales.

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