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- 30/09/2012
Empero, conviene hacer algunas preguntas respecto de la pertinencia de adquirir más deuda. Entre ellas: ¿Para qué endeudarse si las cifras fiscales muestran resultados positivos? Si el problema es la capacidad de ejecución del presupuesto, ¿para qué obtener más dinero si no se podrá gastar?
Es aconsejable comenzar por dilucidar qué son los bonos soberanos y qué los diferencia de otros mecanismos de financiamiento. Estos bonos son una forma de “endeudamiento”; por tanto, no deben confundirse con la “inversión extranjera directa”. Cuestión central desde el punto de vista legal ya que la Constitución boliviana establece que toda inversión debe sujetarse a las leyes nacionales; en cambio, en cuestiones de deuda se autoriza que los empréstitos se sujeten a leyes internacionales. Esto brinda una amplia seguridad jurídica en caso de presentarse controversias.
Conceptualmente, la deuda puede adquirirse de dos formas: mediante créditos otorgados por bancos locales o internacionales y mediante la emisión de instrumentos de deuda, como bonos o pagarés que son ofrecidos a los inversionistas, usualmente mediante la bolsa de valores, quienes los compran a cambio de que al vencimiento se les devuelva el capital más los intereses.
El capital es fijo, es decir que a los inversionistas se les devuelve el monto que invirtieron. Lo que varía es el spread o la diferencia entre el interés de un bono libre de riesgo (hasta hace poco las letras del Tesoro norteamericano) y la del bono soberano.
En esencia, el spread mide la probabilidad que le asigna el mercado al cumplimiento de pago por parte del emisor de la deuda. Esto es más conocido como “riesgo país”. De ahí que cuando se emitan los bonos, los inversionistas sabrán qué tan “confiable” es la economía boliviana.
A junio de 2012, el superávit fiscal llega a 3,9% del producto, lo cual muestra que hay dinero. ¿Para qué endeudarse entonces?
Si bien los ingresos son mayores que los gastos, esto no significa que se cuente con recursos “disponibles”.
Bajo el sistema de presupuesto boliviano, los superávits se generan fundamentalmente por desfases en la programación del gasto, lo que significa que cada centavo tiene un destino definido. Por tal razón, el presupuesto es poco flexible. En la coyuntura esto significa que si la administración pública desea emprender nuevos proyectos deberá renunciar a otros. Con los bonos soberanos se obtendrán recursos frescos que pueden dirigirse a programas de industrialización que contribuyan significativamente a la reducción de la pobreza.
Si bien existen problemas de ejecución presupuestaria, pues las entidades (especialmente las subnacionales) no pueden gastar rápidamente sus recursos, no es válido considerar que esto se mantendrá mucho tiempo. Tarde o temprano, las entidades aprenderán a ejecutar sus recursos con prontitud.
Es recomendable tener una visión estratégica de largo plazo con el fin de cumplir la agenda patriótica para 2025 (eliminar la extrema pobreza, industrializar el país, lograr la soberanía alimentaria y que todos los ciudadanos accedan a los servicios básicos).
Para el logro de estas ambiciosas metas se requieren recursos que los bonos soberanos pueden captar y fácilmente duplicar el nivel de inversión pública actual. Sin embargo, junto a esto es necesario mejorar profundamente el sistema de planificación nacional. No seguir este camino puede generar más problemas que soluciones.
No obstante, la emisión de bonos soberanos se muestra como un avance de suma importancia para el país.
Katherine Hinojosa Virreira es especialista en gestión pública.
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